El pasado mes de Septiembre de 2002 moría uno de los
violinistas más importantes del panorama internacional. A continuacón
vamos a conocer aspectos de su vida y analizar algunos de sus comentarios
sobre el violín y la música. Isaac nació un 21 de Julio de 1920
en Kriminiecz -Ucrania-. Sin embargo, poco conoció del frío ruso
porque al año siguiente, su familia -de religión judía- emigró a
San Francisco -EEUU-. Recibe sus primeras enseñanzas de violín de
profesores como N.Blinder- Concertino de la Orquesta Sinfónica de
San Francisco- así como L.Persinger y R. Pollak. La esposa de su
profesor Blinder cuenta de Stern: "Cada vez que mi marido trataba
de explicarle alguna cosa, Isaac decía -lo sé- o -lo comprendo-.
Existía una total armonía entre profesor y alumno". Una buena
comunicación en clase es el punto de partida imprescindible para
todo aprendizaje. La experiencia me ha demostrado que la fe en el
profesor, al margen de ser básica, verdaderamente crece en sus posibilidades
al alumno.
En una de las primeras apariciones públicas, a los doce años, Isaac
recibió la siguiente crítica: "No solamente posee una técnica
extraordinariamente avanzada, sino que además ha desarrollado un
nivel artístico muy superior a los intérpretes de su edad".
Aquí Stern demostraba ya sus cualidades y una madurez que lo hacía
destacar del resto de sus compañeros. Destacar y ser excepcional
hizo que durante su vida, le dedicaran obras importantes compositores
como: Penderecki, Dutilleux, Rochberg, P. Maxwell Davies, ... De
igual forma, sus extraordinarias interpretaciones hicieron que durante
más de cuarenta años, Isaac no tuviera una sola página en blanco
de su agenda. Decía: "...a veces es muy difícil decir -no-
como una señorita. Nunca se debe decir -¡esperad, no puedo, no puedo!-.
Tengo miedo de decir algún día ese -no puedo-.Es necesario mostrar
que siempre se puede hacer todo. Si no es así, algún otro que se
encuentra justo detrás tendrá la ocasión de decir - yo sí puedo,
yo puedo hacerlo mejor"-. El no hacer las cosas cuando se puede
o se quiere, sino cuando interesan es, como se puede ver, el precio
que hay que pagar por tener una continuidad y estabilidad dentro
de una carrera profesional internacional. Esto mismo ocurre en otras
profesiones: "Siempre me llaman a mí, pero si hoy no voy, me
arriesgo a que mañana llamen a otro". Máxime en un mundo tan
competitivo como en el que vivimos y aún más, teniendo en cuenta
como está el panorama artístico internacional. De todas formas,
pertenecer a grupos de presión facilita en algo las cosas. No es
por casualidad que los violinistas más conocidos pertenezcan a uno
de estos grupos. Es el caso del mismo Isaac Stern, Pinchas Zukerman,
Itzhak Perlman, Gil Shahan, Maxim Vengerov, Sholomo Mintz,... Sobre
este punto habría mucho que hablar, pero ahora no es el caso.
Tras completar su formación, Stern actúa con regularidad desde los
14 años formando cuarteto y quinteto con músicos de primera fila
de su ciudad. Un año más tarde interpreta el doble concierto de
Bach con su profesor Blinder y con la Sinfónica de San Francisco.
A partir de su presentación en Nueva York en 1943, comienza una
carrera imparable que le colma de éxitos como solista con las mejores
orquestas y los mejores directores. Hay que explicar a los neófitos
que, intentar triunfar internacionalmente y no presentarse en Nueva
York, es toda una utopía. En 1948, Stern visita por primera vez
algunos países Europeos. Sin embargo, nunca tocó en Alemania en
represalia por el holocausto nazi -Stern era de religión judía-.
Durante su carrera, realizó también numerosas grabaciones para las
casas discográficas Columbia, Sony y CBS -es evidente que no lo
haría para la Deusche Gramaphon- por el motivo anteriormente expuesto.
Stern decía: "Cuanto más se toca, más se da uno cuenta de no
saber gran cosa. Esto es lo verdaderamente interesante cuando se
trabaja una obra, se trabaja para descubrir de lo que uno es capaz.
Cualquiera que sea la proeza, siempre quedará algo por hacer mejor.
Nunca hay punto y final, nunca hay estadio último, este es uno de
los milagros de la música. Es primordial para un intérprete estar
constantemente fascinado por el formidable arte de la música y nunca
considerarla como una cosa banal. Cuando un artista está fascinado
y estimulado por el arte, puede a veces comunicar las sensaciones
que él escuche. Esto es básico, la piedra filosofal que determina
el valor de los intérpretes de nuestra época". Un día leí una
entrevista a un gran músico al que le preguntaban sobre cuál había
sido su mejor recital. Él respondió con modestia que todavía no
había dado su mejor concierto aún, pero que esperaba darlo pronto.
Cuando se comienza a comprender la grandeza de la música se siente
uno proporcionalmente más pequeño e indefenso frente a esa inmensa
montaña de la que no se divisa la cima -por otra parte, sabemos
que estamos condenados a nunca divisarla, salvo que vivamos 300
ó 400 años al menos-.
¿Qué nos trasmite la música de Stern?
En primer lugar hay que decir que, lo que nos envía mediante su
música, nos llega con una claridad extremadamente diáfana. El oyente
no necesita esfuerzo para entender lo que explica. Stern es, en
primer lugar, un comunicador nato. También exibió en sus grabaciones
una pedagogía específica que enseña con solo escucharlo. Lo difícil
lo hace fácil y simple. Para entenderlo mejor, construiremos un
símil con un señor que nos hace la magia y además -y con altanería-
nos enseña el truco. Lo asombroso es que, aun conociendo el truco,
su magia es inimitable. ¿Su secreto?, decía: "El violín es
la continuación de la voz", "Canta en el interior y toca
lo que escuches". Quizás, su familiaridad con la voz le viene
de su madre -estudió canto en el Conservatorio de San Petersburgo-.
Desde luego, este arte es el más natural y próximo a nosotros, ya
que utiliza nuestro propio cuerpo como instrumento fonador e incluso
resonador. Seguro que antes de venir a este mundo ya escuchó en
el vientre materno melodías y resonancias que hicieron abrazar pronto
el arte de la musa Euterpe. Por cierto, otra coincidencia lo relaciona
con el canto: Stern participó en una película donde recreó el papel
del violinista E.Ysaye, el título :"Tonigh we sing"-Cantemos
esta noche-.
Cada artista trasmite una parte de sí cuando interpreta. Una personalidad
tímida, arrogante, insegura, ... tenderá a aflorar en la interpretación,
si ésta se hace con el corazón. Sobre este punto, Isaac deja entrever
su agudo sentido del humor, así como una calidez y pasión arrolladoras.
Como muestra de ello están sus numerosas grabaciones. Una de las
favoritas del violinista fallecido es del sello Sony, se titula
precisamente "Humoresque"e incluye numerosas piezas cortas
de Kreisler, Rubinstein, Tchaikovky, Schubert, ... el mismo violinista
nos dice sobre esta obra: "Me ha gustado grabar este album
más que cualquier otra que jamás haya hecho. Sería absolutamente
imposible interpretar estas diferentes piezas sin experimentar un
gran placer. Esta es una música abierta como la cara de un niño
que sonríe -una música que habla de corazón a corazón, sin necesidad
de grandes explicaciones grandilocuentes". Si para realizarnos
en la vida nos aconsejan los expertos dar importancia a las pequeñas
cosas, en la música, el Maestro nos invita a ser capaces de apreciar
la belleza de cada sonido, de cada motivo y de cada frase ya esté
en un gran concierto o en una pieza corta.
Durante su larga y fructífera carrera, Isaac Stern actuó con las
mejores orquestas y directores en los cuatro puntos cardinales del
planeta. Impartió clases magistrales y participó en algunos documentales
pedagógicos como "De Mao a Mozart" con el que consiguió
en 1981 un premio de la Academia. Este film se realiza a partir
de una gira de conciertos y clases magistrales que Stern realizó
por la República Popular China. Por cierto, en una de estas clases
magistrales se puede ver a un niño, el ahora famoso violinista Cho-Lian-Lin
escuchando atentamente al Maestro.
Algunos críticos dicen de Stern que ha sido uno de los violinistas
más equilibrados de la historia, entendiendo como tal, la suma entre
la perfección técnica y la creación imaginativa.
Stern tocaba con dos de los más grandes violines que construyó en
Cremona -Italia-, Guarneri del Gesu. Concretamente el "Vizconde
de Panette" de 1737 y el ex -Ysaye de 1740. A partir de ahora
estos dos instrumentos son ex-Stern.
Podríamos concluir estas reflexiones en torno a la vida y filosofía
del violinista que nos ha dejado, con una de sus frases más importantes.
Ésta resume muchas páginas de comentario:
"Mi filosofía es que el violín es para la música y no la música
para el violín". Isaac Stern
Javier Claudio Portales